viernes, 11 de mayo de 2012

No son hijos de desaparecidos, son nietos recuperados


“No son hijos de desaparecidos, son nietos recuperados” fue la frase de un compañero de Lugano. La batalla se lleva adelante tanto en la militancia diaria como en el lenguaje, las palabras representan más de lo que figuran cuando surgen de un “sentido común” muchas veces manipulado.



El juicio a los asesinos de los compañeros fusilados el 22 de agosto de 1972 es un hecho, también la palabra que lo describe, asesinos. La masacre de Trelew es la bisagra en Argentina para una gran serie de eventos, la violencia y el aval final para el terrorismo de estado, la adhesión a la militancia política masiva de una sociedad argentina con “prepotencia de trabajo” como diría Arlt, y el cierre después, el miedo, la frustración. 40 años después la sensación es otra, hoy sentimos que el futuro es nuestro, también puede ser nuestro el lenguaje, también pueden ser nuestros los símbolos nacionales.



Reapropiarnos de los recuerdos, pintar un mural en el patio por donde deambulaban los presos políticos luego masacrados deja la sensación de que los símbolos también son nuestros, de que la historia se escribe cada día y que con memoria podemos construir el futuro.